¡Hola!
Te dejo un nuevo artículo de «Emociones y Nutrición», una de tus secciones favoritas.
Como ya sabes, este espacio nace a partir de historias reales de la vida cotidiana que recolectamos con mi amiga y terapeuta Alejandra Brener.
Intentamos desde el amor, hacete comprender que muchas situaciones de nuestras vidas tienen que ver con revisar nuestro pasado y reconciliarnos con nosotros mismos, para aceptarnos tal cual somos y vivir plenamente con nuestro propio estilo.
La historia de Florencia nos revela, que al lograr aceptarnos, experimentamos la necesidad de nutrirnos para sentirnos bien, para llenar con placer el alma y elegir aquello que nutre nuestra salud.
Te invitamos a conocer su historia y contarnos como os ha impresionado.
Desde muy pequeña Florencia había vivido con el deseo de tener el cuerpo delgadísimo, la columna erguida y la necesidad imperiosa de llevar la elegancia como un don.
Sentada en la puerta de su casa observaba a las mujeres que pisaban la acera rechinando sus tacones, alargando su cuello y mirando hacia adelante orgullosas de llevar una silueta, que en muchos casos, atentaba contra su natural peso.
Ellas caminaban como si cada pisada le importase demasiado y se llevaban el mundo por delante.
Florencia no les quitaba los ojos de encima. Las miraba, envidiando su cutis blanco como una porcelana, sus brazos delicados, caderas apretadas, rostros muy maquillados. Deseaba que esas imágenes nunca se extinguiesen, que la acompañaran para siempre, cerraba los ojos y las guardaba para alimentar su ilusión. Sin embargo cuando los abría, giraba su cabeza hacia el vidrio de la puerta y el efecto de su silueta sobre el cristal hacía sentir el peso de la carencia.
Para Florencia era una pesadilla alimentarse.
A medida que ingería cada porción, su cuerpo se convertía en una calculadora de calorías. Encendía la televisión y observaba un ejército de delgadas cegadas por productos con etiquetas “light” que sostenían el mercado de la estética.
Estaba atrapada por fuerzas que la impulsaban hacia la construcción de una imagen ilusoria y limitaban su capacidad de goce al optar cómo nutrirse.
Ella solo elegía ingerir alimentos en pos de una estética impuesta. Y con el tiempo, la excesiva preocupación por la imagen corporal anestesió toda posibilidad de ver a su cuerpo como un todo valioso.
Recién pudo dejar de alimentar su ilusión cuando desvió el foco de atención del exterior corporal al interior y descubrió que su herida residía en la baja autovaloración.
Ella dependía de la obediencia externa para percibirse. La acumulación de juicios desvalorizantes había erosionado su capacidad de quererse y por eso vivía de ilusiones.
Tuvo que revisar su pasado para reconciliarse con sí misma y no tenerle miedo a su modo de ser para poder vivir plenamente su estilo.
El secreto del placer está oculto en el fenómeno de la autoconfianza y la valoración y esto se produce si aprendemos a cuidarnos y no a brillar para los demás. Al lograr aceptarnos experimentamos la necesidad de nutrirnos para sentirnos bien y elegimos qué productos son más beneficiosos para la salud y no para la estética.
Alejandra Brener : es terapeuta corporal. Utiliza la bioenergética como técnica de carga y descarga energética que, a través de ejercicios,
permite liberar tensiones acumuladas y hacer lugar a las emociones que allí se encuentran solapadas.Busca la salud emocional. Sin embargo, sin salud física tampoco hay salud emocional y uno de los factores fundamentales para que ambos se conjuguen es la nutrición saludable.
Post anteriores, (picha en el título).
«Cuerpos maltratados, cuerpos mal alimentados».
«Una nueva actitud para nutrirse: Descubrir nuestro potencial».
Un beso,
lauri
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